Festival Intercéltico

Una historia que se remonta al año 1996

El trabajo incansable de la Banda de Gaitas Occidente, ha conseguido traer a Tapia de Casariego a lo más granado del panorama celta internacional. El Festival Intercéltico d’Occidente se ha convertido, paso a paso, en referencia de la música celta, en lugar de visita obligada para los amantes del folk.

Pero para conocer el origen del Festival hay que remontarse a 1988 fecha en la que se creó la banda de Occidente y, posteriormente a los años noventa. En esa década, la Banda de Gaitas de Occidente participó activamente, con el apoyo del grupo de baile tapiego Fontenova, en la organización de eventos culturales relacionados con la cultura tradicional. Esa experiencia les animó a enrolarse en esta nueva aventura que dio sus frutos con la celebración del primer Festival Intercéltico.

Su estreno tuvo gran aceptación y consiguieron traer a Tapia los acordes de músicos de la talla de Budiño, Los Hermanos Tejedor, Felpeyu, Luética o Llaímo. Año a año fueron desembarcando en el extremo de la costa occidental asturiana grupos como Xemá (origen de El Sueño de Morfeo), los irlandeses Danú, los estadounidenses Solas o el australiano Mark Saul. Los últimos en enamorarse del ambiente tapiego fueron los integrantes de la banda irlandesa de John Mcsherry, los miembros de David Pasquet Group y los irlandeses Lúnasa. También el año pasado hubo una importante representación asturiana, caso de Los Llanzones, Tejedor y Llan de Cubel.

En el éxito del Festival influye la energía de los integrantes de la organización. Unas sesenta personas con edades comprendidas entre los 15 y los 50 años que dedican buena parte de su tiempo libre a preparar esta cita celta.

Un escenario único

Pero si algo hace especial al Festival es su escenario de la playa. Las noches FIDO se trasladan a la playa del Murallón que conforma un espectacular anfiteatro natural con el mar como telón de fondo. El director del Festival, Martín Cascudo, asegura que el escenario que se instala en la playa es algo que sorprende gratamente a los músicos y su público: “Es un entorno incomparable que permite la visión del escenario desde todos los puntos de la playa”.

Precisamente para permitir una mejor visión de la actuación, el escenario está dotado con dos pantallas gigantes donde se reproduce el concierto. La acústica y el entorno convierten cada actuación en única. El adjetivo de única encaja como anillo al dedo en la espectacular Noite Máxica que, cargada de sorpresas, se celebra al atardecer del sábado. Eso sí, para disfrutar cómodamente de las actuaciones os recomendamos acudir con ropa de abrigo y muchas ganas de marcha.

Unas 300 personas participan cada año en el Festival, bien como músicos y técnicos de sonido, bien como mano de obra en la organización. El mismo día que se cierra el telón de una edición, se mueve ficha para organizar el Festival del año próximo. Conseguir un buen cartel en pleno mes de agosto no es precisamente una tarea fácil, pero la banda de gaitas Occidente intenta superarse cada año.